El agricultor que siembre semilla certificada apenas pagará cuatro euros más por hectárea que si se inclina por acondicionar su propio grano.
La clave de que exista esa mínima diferencia reside en la dosis de siembra necesaria, que se sitúa en 200 kilos por hectárea en el caso de la semilla certificada, frente a los 240 kilos del grano acondicionado.
Teniendo en cuenta ese dato, se puede considerar que el agricultor deberá pagar 70 euros por hectárea por la semilla certificada, frente a los 55 euros del grano acondicionado.
En este segundo caso, a esa cantidad se le deben añadir siete euros por hectárea en calidad de selección del grano, más otros dos euros por el tratamiento fungicida.
Un último gasto para el grano acondicionado sería de dos euros por hectárea para el almacenamiento y transporte, con lo que la cantidad total de gasto es de 66 euros por hectárea, solo cuatro por debajo de lo que supone la semilla certificada.