La salida al mercado de una nueva variedad vegetal para el cultivo –más productiva y mejor adaptada a terrenos con características específicas- le supone a su creador (Obtentor), al menos, un esfuerzo de doce años de trabajo, fijando y seleccionando aquellos caracteres genéticos que aporten una mejora, así como una inversión de entre 1 y 1,5 millones de euros. Este esfuerzo se ve recompensado a medida que la variedad se establece en el mercado, gracias a sus cualidades, y que el agricultor sabe recompensar, aumentándose la demanda de semilla certificada.
Resulta totalmente imprescindible mantener estos programas de mejora, con el objeto de que los agricultores dispongan de nuevas variedades, cada vez mejores, que se adapten a las condiciones agro-climáticas determinadas de sus explotaciones. Sólo es posible la mejora de las variedades vegetales mediante una inversión continua en programas de investigación y desarrollo, aplicando por parte de la Industria de la Obtención todas las herramientas técnicas y científicas, garantizando de esta manera la máxima eficiencia en la mejora.
Una vez que es obtenida una nueva variedad, está debe pasar una serie de rigurosos exámenes técnicos y agronómicos, como requisito para ser admitida en el Registro de Variedades Comerciales. Estos exámenes oficiales son efectuados por la Oficina Española de Variedades Vegetales, organismo perteneciente al Ministerio de Agricultura (Mapama). Esta nueva variedad es, además, testada por la red Genvce (Grupo para la Evaluación de Nuevas Variedades de Cultivos Extensivos en España), con el objeto de verificar, mediante ensayos en campo, su adaptabilidad a las distintas condiciones edafológicas y agroclimáticas de la península, así como obtener una ficha técnica de sus concretos resultados agronómicos para cada una de las zonas ensayadas. Estos ensayos oficiales son tediosos y muy meticulosos, aportando unos resultados agronómicos específicos para la variedad, que servirán como guía técnica al agricultor a la hora de seleccionarla como opción para la siembra en su explotación.
La elección por el agricultor de la variedad a sembrar cada campaña es una tarea que debe hacerse bien meditada, tomando en consideración todas las características específicas de dicho material y contando con el mejor asesoramiento. El éxito de esta elección será visible en el momento de la cosecha.