“La R2 es la mejor opción para el agricultor y otros países lo han visto antes que nosotros”

Urbano Blanco es uno de los impulsores del Centro de Alto Rendimiento de Selección de Semilla que la cooperativa Agropal ha puesto en funcionamiento en Magaz de Pisuerga (Palencia). Suya es la frase de que la próxima revolución en secano vendrá por la semilla.

-¿Cómo ha sido el primer año de vida de su centro de selección?

-El centro selecciona semilla certificada R1 y R2, tanto de Agropal como de las empresas que contraten este servicio. En realidad lo vemos como una oportunidad para cooperativas que no desean realizar una inversión igual de importante que la que hemos hecho nosotros. Dicho esto, el centro ha funcionado por debajo de su capacidad por dos razones muy claras: porque se trataba del primer año de unas instalaciones de nuevo cuño y porque la falta de agua ha hecho que el conjunto de la agricultura estuviera muy limitado.

-¿Y cuál va a ser la evolución del centro a partir de ahora?

-El año que viene el objetivo es alcanzar los 10 millones de kilos en el centro de Magaz, con un objetivo a medio plazo que consiste en concentrar toda la actividad de la cooperativa en el centro y desde allí distribuir a los agricultores desde los diferentes centros de distribución. Cada uno de ellos cuenta con dos silos herméticos. También por medio de camiones a los clientes más fuertes.

-Cuando habla de toda la actividad…

-La cooperativa trata unos 25 millones de kilos al año.

-¿Y cuál es su objetivo?

-Nuestro objetivo es ser tan competitivos que el agricultor se convenza de que no le resulta rentable reutilizar su grano: que use R2 de Agropal todos los años. En todo caso, por el momento Agropal vende esa semilla certificada y presta el servicio de acondicionamiento de grano. Nuestra estrategia no pasa por cerrar esa vía; se trata más bien de convencerle de nuestra propuesta. Se trata de una carrera de medio fondo en la que aspiramos a imponer el modelo que ya triunfa en la Unión Europea, en Navarra, Aragón o Cataluña.

-¿Por qué?

-Porque en esos territorios se ha demostrado que cuando se trata bien al agricultor y se le vende R2 se incrementa el uso de ese tipo de semilla. En Francia, por ejemplo, el uso de certificada está en el 85% y en países como Alemania y el Reino Unido ese porcentaje es similar.

-Pero defiéndame esa apuesta desde un punto de vista agronómico.

-Está demostrado que el escalón más productivo es el R2. A partir de R3 la genética decae mucho, sobre todo en relación con los rendimientos. La semilla R2 es mucho más productiva haciendo exactamente lo mismo. Tanto como la R1, solo que esta le resulta mucho más cara al agricultor. Esta última solo es recomendable para quien desee hacer su propia R2.

-Entonces, ¿la semilla certificada compensa económicamente?

-La R2 es la mejor opción para el agricultor y otros países de la UE lo han visto antes que nosotros. Entre otras razones, como la sanitaria, porque en el caso de la R2 existe una capacidad de germinación de casi el 100% de los granos, de modo que si dispones de una sembradora bien equilibrada puedes rebajar de forma considerable tu dosis de siembra.

-Eso choca bastante con ciertas costumbres…

-Por supuesto. Contrasta claramente con la tradición del agricultor español, que siembra muchos kilos por hectárea porque cuenta con poca capacidad de germinación. Hay experiencias de sembrar 125 kilos de R2 por hectárea y obtener mayor rendimiento que con 220 kilos de grano de baja calidad.

-Tanto al comprar la semilla como al pagar el canon por reempleo de grano estamos contribuyendo a la investigación de variedades.

-Porque es fundamental. Llevamos cerca de quince años obteniendo variedades más productivas para una meteorología normal, algo árida. En Castilla y León la principal amenaza es que se adelanten las altas temperaturas al mes de mayo, lo que puede reducir la cosecha en un 50%. Es ahí donde la investigación está avanzando mucho. Siempre digo que la revolución que viene, en secano, llegará por la semilla: debemos estar preparados con semillas aptas para climas poco benignos.

 

“El campo está más limpio cuando usamos semilla certificada”

La semilla certificada siempre vale la pena. “Se nota en un mayor rendimiento y en que la semilla viene más limpia, sin malas hierbas”. Así lo señala el agricultor de San Llorente (Valladolid) Santiago Bombín, que siembra semilla certificada y la alterna con el reempleo de grano “aproximadamente cada dos años, en función de cómo se comporte la variedad”. “El campo está más limpio cuando usamos certificada”, reitera.

Además, la diferencia de precio “no es muy importante entre la R2 que compramos y el reempleo de grano”. Una cantidad de dinero “que es muy pequeña, teniendo en cuenta que el gasto importante se realiza en abonar y tratar los cultivos”.

A la hora de adquirir la semilla “nos inclinamos por las variedades que se dan bien en la zona”, el páramo cercano a Peñafiel. En ocasiones se trata de variedades probadas en campos de ensayo del entorno, o que se multiplican para distribuidores de la comarca. “Son las que nos dan más confianza porque sabemos que se van a comportar mejor en nuestro suelo y con nuestro clima”.

Y es que “no es tan interesante una variedad que haya tenido un comportamiento excelente, por ejemplo, en Francia”. O las que han dado un buen resultado en regadío, que darán un resultado limitado, sobre todo si hablamos de un año de pocas lluvias o inexistentes, como el pasado.

Santiago tiene la ventaja de contar con buenos distribuidores en la zona, “que me ofrecen lo que me interesa a mí, y no lo que les interesa vender a ellos”. En muchas ocasiones, además, “ellos mismos las han probado y saben perfectamente cómo pueden comportarse en mi suelo”, recalca.

 

“La semilla certificada es la mejor opción para cereal de regadío”

Amadeo Jiménez siembra todos los años 50 hectáreas de cereal de regadío en su explotación de El Carpio, en el suroeste de la provincia de Valladolid. Su planteamiento agronómico incluye la rotación con patata y remolacha, aunque la explotación (de 95 hectáreas en total) abarca otros cultivos, como el guisante.

En el caso del trigo y la cebada su estrategia pasa por obtener los mayores rendimientos posibles, por lo que siempre dedica a estos cultivos los mejores suelos, “donde los vas a poder atender mejor y vas a tener agua disponible”.

Por esa misma razón no se plantea otra posibilidad que la de comprar semilla certificada. Compra R2, que siembra para obtener altas producciones y para obtener su propia semilla.

“La semilla certificada es la mejor opción para el cereal de regadío”, señala, “tanto por los rendimientos como por la sanidad vegetal”. De hecho, lleva más de 20 años dedicado a la agricultura y en este tiempo ha notado “claramente” la mejora experimentada por las variedades.

No solo en las producciones, que han mejorado de forma evidente, sino en relación con la sanidad vegetal, “puesto que la semilla cuenta cada vez con una genética más preparada para hacer frente a las enfermedades”, remacha.

 

El coste de emplear semilla certificada apenas supone cuatro euros más por hectárea

El agricultor que siembre semilla certificada apenas pagará cuatro euros más por hectárea que si se inclina por acondicionar su propio grano.

La clave de que exista esa mínima diferencia reside en la dosis de siembra necesaria, que se sitúa en 200 kilos por hectárea en el caso de la semilla certificada, frente a los 240 kilos del grano acondicionado.

Teniendo en cuenta ese dato, se puede considerar que el agricultor deberá pagar 70 euros por hectárea por la semilla certificada, frente a los 55 euros del grano acondicionado.

En este segundo caso, a esa cantidad se le deben añadir siete euros por hectárea en calidad de selección del grano, más otros dos euros por el tratamiento fungicida.

Un último gasto para el grano acondicionado sería de dos euros por hectárea para el almacenamiento y transporte, con lo que la cantidad total de gasto es de 66 euros por hectárea, solo cuatro por debajo de lo que supone la semilla certificada.

 

La Administración y la industria semillista investigando para la semilla certificada y a favor del agricultor

Pablo Gómez Conejo, Subdirector de investigación y tecnología del Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (ITACYL), destaca la colaboración de los organismos públicos con la empresa privada con el objetivo de obtener nuevas variedades para el agricultor. Gómez explica cómo en el plazo de diez años (tiempo estimado que necesita una nueva variedad para salir al mercado) es fundamental la colaboración de las casas de semillas con la Administración para tener obtener un resultado final óptimo y listo para competir en un mercado cada vez más exigente: «El músculo de la Administración permite crear nuevas variedades de mayor calidad y perfectamente adaptadas a su territorio».

El Subdirector de investigación y tecnología del Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (ITACYL) destaca la labor de estos entes públicos «diseñando ensayos y adaptando las variedades pensando siempre a largo plazo. El objetivo es que el productor pueda tener una posición cada vez más fuerte en un mercado que, campaña a campaña, resulta más competitivo».

Como siempre, hablamos de trazabilidad: «La semilla certificada, una tecnología fundamental en los cultivos, es la única que garantiza la trazabilidad al agricultor, un imperativo fundamental y que la industria necesita».

Por último, insistir en que en los campos de ensayo del ITACYL se prueban infinidad de variedades con el único objetivo de crear variedades competitivas, perfectamente adaptadas al territorio de Castilla y León, con mayor calidad y mejor rendimiento; siempre, pensando en que el agricultor pueda disponer de ellas y estar preparado para un mercado sumamente exigente.

Aquí la entrevista entera: