José Vidal Adalia, presidente de la cooperativa Campesinos de Valladolid, y su hijo se afanan ahora en la sementera. Trabajan 200 hectáreas en el entorno de Villán de Tordesillas (Valladolid), donde hoy han terminado de sembrar el trigo. Ahora les gustaría empezar con la cebada, pero no tienen claro si lloverá lo suficiente como para que nazca bien. Cayeron quince litros hace días y ya ha empezado a helar. De todas formas, no arriesgan con la calidad de la semilla.
“Siempre que compro semilla es R1, que es la que me ofrece garantía. Más garantía incluso que la R2, aunque también es certificada”, asegura Adalia. El agricultor ha comprobado en su larga experiencia en las tierras que la mejor semilla certificada le da mejor nascencia, y también mayor rentabilidad.
Lo habitual es que siembre R1, acondicione el grano para las dos campañas siguientes y al tercer año adquiera de nuevo la R1. “Podemos cosechar 6.000 kilos por hectárea en un año bueno”, justifica.
El acondicionamiento de grano -siembra hasta 25.000 kilos de cebada y otros tantos de trigo- lo hace en un centro adherido al convenio impulsado por Anove-Geslive con Asaja, UPA y Cooperativas Agro-alimentarias. Al mismo tiempo hace la declaración para su uso propio. “Así no hay ningún problema”, indica Adalia.
El agricultor de Villán de Tordesillas destaca, además, la «importante labor» que juegan las entidades financieras y cooperativas en beneficio del sector vinculado al convenio de acondicionamiento de granos para la siembra.