“Solo podremos atender la demanda futura de trigo desde la investigación y la cooperación global”

El trigo es sin duda el cultivo más importante para los seres humanos, al constituir una de las principales fuentes de hidratos de carbono y proteínas para las personas, además de ser el alimento más comercializado en el mundo.

Así lo ha señalado Alisa-Naomi Sieber, gestora de programas de la plataforma Wheat Initiative, durante la jornada sobre Innovación en Cereal. Como destacó durante su intervención, el trigo se cultiva en 120 países y supone el 11% de la producción agrícola mundial, así como el 16% de la superficie de cultivo.

Con todo, la producción de este cereal debe crecer un 60% de aquí a 2050 para atender la demanda, “algo que solo se puede conseguir desde la innovación y la cooperación global”.

La Wheat Initiative (Iniciativa Trigo) fue puesta en marcha por un acuerdo de los ministros de Agricultura del G20 para coordinar la investigación global sobre trigo. Su sede central está en Berlín.

Se creó en 2011 y supone un marco de trabajo en el que se establecen prioridades para la investigación global sobre trigo, abarcando países desarrollados tanto como en vías de desarrollo.

La Wheat Initiative promueve la comunicación entre los investigadores, las fuentes de financiación y los legisladores, y aspira a una investigación eficiente y a largo plazo.

Esta actividad “debe llevar a obtener mejores variedades de trigo y a extender por todo el mundo el conocimiento de mejores prácticas agronómicas”. El objetivo es “mejorar los rendimientos de este cereal en todo tipo de suelo y clima”, según Sieber.

 

“Por cada euro invertido en mejora genética de cereales, el sector productor recibe un beneficio de 7 euros”

Cada euro invertido por las compañías obtentoras en la mejora genética de los cereales repercute en un beneficio de siete euros para el sector productor. Así lo señaló el vicepresidente de la Sección Cereales y Proteaginosas de ANOVE, Valentín López, durante la jornada sobre Innovación en Cereal.

Durante su ponencia ‘Retos en la investigación de cereales en España’, López apuntó que en España “más del 50% de la evolución de los rendimientos es debida a la mejora genética de las nuevas variedades de cereales”, muy por encima de factores como la fertilización, la densidad de siembra, el ajuste fenológico, el control de malas hierbas o la mecanización.

Esta labor investigadora se ha revelado como esencial para adaptar la actividad agrícola al cambio climático, con un aumento generalizado de las temperaturas y una gran inestabilidad en las precipitaciones.

En ese sentido, está permitiendo obtener plantas más eficientes en el uso del agua y adaptar los ciclos a las nuevas condiciones ambientales y climáticas, “manteniendo parámetros de resistencia a frío invernal y  fotosensibilidad en la fase vegetativa”.

Las nuevas variedades también ofrecen un mejor comportamiento ante la reducción de los fertilizantes, de modo que se avanza en la búsqueda de plantas que se adapten a estados carenciales o de déficit de nutrientes esenciales (NPK) y oligoelementos. “Hoy tenemos variedades ‘fertiless’, que en situaciones de carencia de nitrógeno mantienen la producción y el nivel de proteína en grano en un rango de tolerancia -10% N disponible”, recalcó el responsable de ANOVE.

En cuanto a la resistencia a enfermedades, se han incorporado nuevos genes de resistencia a plagas y patógenos (rax, mayetiola…), si bien “necesitamos combinar estas resistencias con agentes químicos”. De este modo, “tenemos que integrar en la semilla ambas fuentes, por lo que debemos crear un marco regulatorio estable basado en la eficiencia y el respeto al medio ambiente”, recalcó.

Por todo ello, definió el “gran reto” al que se enfrenta el sector, que es el de “contar con un modelo de financiación de I+D que garantice la sostenibilidad de los programas de mejora, con un acuerdo estable  a largo plazo”. Por eso resulta “fundamental” que todos los eslabones de la cadena de valor (obtentores, semillistas, agricultores, transformadores industriales, proveedores de  suministros y administraciones) entiendan que es “estratégico” potenciar los programas de mejora en cereales.

“El campo está más limpio cuando usamos semilla certificada”

La semilla certificada siempre vale la pena. “Se nota en un mayor rendimiento y en que la semilla viene más limpia, sin malas hierbas”. Así lo señala el agricultor de San Llorente (Valladolid) Santiago Bombín, que siembra semilla certificada y la alterna con el reempleo de grano “aproximadamente cada dos años, en función de cómo se comporte la variedad”. “El campo está más limpio cuando usamos certificada”, reitera.

Además, la diferencia de precio “no es muy importante entre la R2 que compramos y el reempleo de grano”. Una cantidad de dinero “que es muy pequeña, teniendo en cuenta que el gasto importante se realiza en abonar y tratar los cultivos”.

A la hora de adquirir la semilla “nos inclinamos por las variedades que se dan bien en la zona”, el páramo cercano a Peñafiel. En ocasiones se trata de variedades probadas en campos de ensayo del entorno, o que se multiplican para distribuidores de la comarca. “Son las que nos dan más confianza porque sabemos que se van a comportar mejor en nuestro suelo y con nuestro clima”.

Y es que “no es tan interesante una variedad que haya tenido un comportamiento excelente, por ejemplo, en Francia”. O las que han dado un buen resultado en regadío, que darán un resultado limitado, sobre todo si hablamos de un año de pocas lluvias o inexistentes, como el pasado.

Santiago tiene la ventaja de contar con buenos distribuidores en la zona, “que me ofrecen lo que me interesa a mí, y no lo que les interesa vender a ellos”. En muchas ocasiones, además, “ellos mismos las han probado y saben perfectamente cómo pueden comportarse en mi suelo”, recalca.

 

“La semilla certificada es la mejor opción para cereal de regadío”

Amadeo Jiménez siembra todos los años 50 hectáreas de cereal de regadío en su explotación de El Carpio, en el suroeste de la provincia de Valladolid. Su planteamiento agronómico incluye la rotación con patata y remolacha, aunque la explotación (de 95 hectáreas en total) abarca otros cultivos, como el guisante.

En el caso del trigo y la cebada su estrategia pasa por obtener los mayores rendimientos posibles, por lo que siempre dedica a estos cultivos los mejores suelos, “donde los vas a poder atender mejor y vas a tener agua disponible”.

Por esa misma razón no se plantea otra posibilidad que la de comprar semilla certificada. Compra R2, que siembra para obtener altas producciones y para obtener su propia semilla.

“La semilla certificada es la mejor opción para el cereal de regadío”, señala, “tanto por los rendimientos como por la sanidad vegetal”. De hecho, lleva más de 20 años dedicado a la agricultura y en este tiempo ha notado “claramente” la mejora experimentada por las variedades.

No solo en las producciones, que han mejorado de forma evidente, sino en relación con la sanidad vegetal, “puesto que la semilla cuenta cada vez con una genética más preparada para hacer frente a las enfermedades”, remacha.

 

Trazabilidad o la seguridad de conocer el origen de lo que comemos

En 1996, tras la crisis de la encefalopatía espongiforme bovina, a la que denominamos coloquialmente como la “enfermedad de las vacas locas”  y que afectó a la confianza del consumidor y como consecuencia, a toda la industria alimentaria, la Unión Europea llevó a cabo una importante reforma de su política y normativa. El resultado: la trazabilidad de los alimentos se convirtió en pilar fundamental de la cadena alimentaria. En lo que se refiere al mundo de las semillas, la trazabilidad también supuso una revolución: Los agricultores se vieron obligados a garantizar el origen de sus cultivos, siendo competencia de las comunidades autónomas el control administrativo y técnico del proceso.

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La semilla certificada es la única que garantiza el origen, la sanidad vegetal y la ausencia de enfermedades, por tanto es condición sine qua non para obtener un producto final absolutamente garantizado y de calidad. Su tecnología ha conseguido simplificar operaciones al tiempo que ha maximizado las expectativas y los resultados de la producción. Para el agricultor, la elección de la semilla es un paso crucial a partir del cual comienza una actividad que debe contar con las garantías suficientes para desarrollar la matriz productiva.

¡Buena entrada de semana para todos!

SEMILLA CERTIFICADA: Win-Win para la cadena productiva

Ahora que estamos a punto de iniciar la siembra del cereal, es conveniente recordar las ventajas de la plantación de la semilla certificada en todo el proceso productivo. 

Y es que ésta proporciona al agricultor mejores granos de calidad, nuevas oportunidades de comercialización de su cosecha, una adecuada gestión de riesgos y el acceso a nuevas variedades que se crean para el progreso de la agricultura.

Para los productores de alimentos también supone una ventaja, ya que el uso de granos utilizados en sus cultivos a partir de semillas certificadas les ofrece la seguridad de que está comenzando con los mejores ingredientes disponibles y que es la base de un alimento de calidad para sus consumidores.

En resumen, la semilla certificada supone acceso directo a la garantía, la calidad, la preservación de la identidad, la trazabilidad y la innovación.